Perdí mi tiempo viendo Ferrari que mal actuada está. Adam Driver está ok, pero el resto un desastre.
Vi un vídeo en el que explicaban que no debía ver Saltburm sino Ripley (la serie). En su lugar, vi A Pleno Sol. Gran dirección de arte y cinematografía. Matt Damon quizás sea un mejor Ripley, pero que bien y que hermoso Alain Delon. Qué arriesgada esa película para 1959. La secuencia del asesinato de Dickie Greenleaf es brutal.
Vi Laberinto con mis dos hijas mayores. No recordaba que fuese tan fumada. No entendí bien la relación entre el Rey Goblin y la protagonista. Reviví mi amor por Jennifer Connelly de cuando tenía 12 años. La menor hizo eject a la mitad. Demasiado miedo. La grande me dijo “no entendí”. No la culpo.
Mientras veíamos Battle of the Sexes pensé que estoy casi seguro de que EEUU no se veía así en 1973. Se veía así en 1983, que es un error típico, vivimos permanentemente en un mundo construido hace diez años. A Mónica le hizo ruido el excesivo enfoque en la historia gay, desvirtúa la lucha por la igualdad que es el corazón de la película.
Indy 5 no estuvo tan mal, pero no disfruté para nada esa conexión con Aristóteles. No todo tiene que ser épico.
Esta es una lista de algunas de las canciones que me ha acompañado durante 2024.
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Playlist de Apple Music
Enero
Me desperté el primero de Enero pensando en la voz quebrada de Charly cantando Influencia. Quizás porque sentí que el tiempo está pasando. Otro año más. Qué buen tema es Influencia ¿no? Además le queda perfecto a Charly, es un tema de Charly, sólo él puede construir esa dualidad hablando de una mujer y al cocaína. Mientras me tomaba ese primer café, en el silencio de una cocina de año nuevo, me puse a leer los créditos. ¿Todd Rundgren? ¿Quién es Todd Rundgren? Mi primer regalo de 2024 fue escuchar Influenza de Rundgren, a las 730 de la mañana de un primero de Enero, y pensar en la absoluta genialidad que tuvo Charly de cambiar “za” por “cia” y añadirle toda una nueva dimensión a lo que podría haber sido un cover bastante fiel y sin mucho más.
Estuve dos tres días oyendo el Wildly Idle, de Hand Habits. Un disco absolutamente de invierno. De allí In Between.
Escuchamos 8h Sonne, de Anaïs MVA, como 20 veces yendo al cole.
Plácido estuvo un finde en casa y nerdeamos y bebimos. De allí, música para emborracharse una noche de invierno:
Algo de Interpol vive en Time to Give, de White Lies.
Last of The Summer Wine, de Palma Violets
Índigo Night, de Tamino. Todo el disco es bueno.
Forever I’ve Known, de The Maccabees. Brutal e inesperado ese riff en la segunda parte.
What once was, de Her’s.
Heat Wave, de Snail Mail
To Be Honest, de Christine and The Queens
Como me encanta, de Kevin Kaarl.
Este cover de En Remolinos por Draco Rosa + Soda es una vaina sobrenatural que no logro entender. Tocados por los dioses.
Estuve OYENDO Sticky Fingers, de los Stones. Nunca le había parado a Sway. Qué bolas Sway, que temazo.
One Night/All Night, del Hyperdrama de Justice, con Tame Impala. Parece una canción de Tame Impala… con Justice. Es tremendo banger.
De vez en cuando oigo un tema de Angel Olsen con cuidado por primera vez. Casi nunca hago una nota hasta hoy. La versión de Sweet Dreams que aparece en el single de Sleepwalker es una maravilla de garage rock. Todas las versiones que había escuchado hasta ahora eran en vivo y, curiosamente, resultan son más prolijas que la original. No, en serio, anda y escúchalo y dime si no es una maravilla, ese vibrato vulnerable al punto del colapso.
I am no mother / I am no bride / I am King. Brutal abridor del Dance Fever de Florence + The Machine
Masters of the Air reúne todos los aspectos impresionantes de las películas de bombarderos. Es impactante visualmente, transmite ese vértigo tan bien logrado en la Midway de 2019, y tiene una toma de 3 segundos en el capítulo 7 que paga la miniserie. Además, retrata de una manera bastante cruda el hecho de que pertenecer a una tripulación de B-17 era una sentencia de muerte. Esa escena en la que uno de los protagonistas se da cuenta de que la experiencia de volar sobre la Europa Nazi es inenarrable, es quizás el mejor momento del guión.
Con esas nueve horas que tuvieron para contar esta historia, podrían haber hecho una segunda Twelve O’Clock High. Sin embargo, han decidido montar una mezcla de Band of Brothers, Memphis Belle, y El Gran Escape, que no logra la profundidad emocional de su material de referencia. Todo pasa demasiado rápido, le faltan pausas, le sobran personajes e historias… o le faltan episodios. Se torna un tanto aburrida porque los personajes no conectan. No contentos con eso, en un giro ¿inesperado? los productores parecen haberse acordado de la diversidad e insertaron toda la trama de Tuskegee Airmen en lo que parece ser 30 minutos. Hay al menos 4 miniseries metidas en una.
Es una lástima, porque estéticamente está tan bien lograda que, luego de verla, The Dam Busters, Twelve O’Clock High, Catch-22, Flight of The Intruder, y hasta Memphis Belle, parecen películas de bajo presupuesto.
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