Famasloop ajusta su estilo, alejándose de la electrónica y situándose plenamente en territorio pop. Considerando la calidad de los músicos involucrados, el resultado es un disco previsiblemente bueno.
La voz de Alain Gómez yace peligrosamente cerca de la de Rubén de los Cafetas. Esa singularidad distrae el hecho de que las letras son en su mayoría inteligentes como pocas en el pop venezolano.
La protesta contra los vicios del petroestado en Vaca Lechera y el relato urbano del Chamo e’ pol la casa, con sus múltiples referencias privadas a Caracas, su «de eso sí te tengo yo», convierten a Casa 4 una producción auténtica, inconfundiblemente venezolana. Una singularidad en un escena musical que mira siempre hacia afuera. Pareciera que los integrantes de Famasloop entienden que la búsqueda de la autenticidad y, en definitiva, el éxito de cualquier banda de pop/rock que intenta sonar en un mercado gobernado por ritmos latinos, es un ejercicio de sincretismo.
Pero lo más notable del disco yace en el plano físico. Casa 4 viene con un lápiz y calcomanías para completar el booklet. Las calcomanías contienen referencias simbólicas (p.e.: bota militar=Chávez) y de esta forma, la tarea de transcribir las letras se convierte en un juego de asociación de ideas. Una movida brillante en múltiples niveles, porque no sólo es divertido, sino que aquellos que se enganchen con el juego, deben escuchar las canciones una y otra vez mientras las transcriben. La caja también incluye otro disco con remixes, videos y extras. Un hábil, ingenioso empaque, un regalo casi indigno y definitivamente único en la historia de la música venezolana.
Vaca Lechera
Chamo e’ pol la casa