En una de esas fallas aleatorias cuya probabilidad crece exponencialmente a medida que las máquinas se hacen más rápidas, mi tecla escape dejó de funcionar ayer en la noche.
Las ironías, paradojas y analogías no tardaron en aparecer.
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En una de esas fallas aleatorias cuya probabilidad crece exponencialmente a medida que las máquinas se hacen más rápidas, mi tecla escape dejó de funcionar ayer en la noche.
Las ironías, paradojas y analogías no tardaron en aparecer.
Era una tipa gorda. Gordita y llanera, pero con esa circunferencia facial que delata a los andinos. Recuerdo eso y...