En una de esas fallas aleatorias cuya probabilidad crece exponencialmente a medida que las máquinas se hacen más rápidas, mi tecla escape dejó de funcionar ayer en la noche.
Las ironías, paradojas y analogías no tardaron en aparecer.
En una de esas fallas aleatorias cuya probabilidad crece exponencialmente a medida que las máquinas se hacen más rápidas, mi tecla escape dejó de funcionar ayer en la noche.
Las ironías, paradojas y analogías no tardaron en aparecer.