Reitero, luego existo:
A mitad de una disputa sobre cuál de las crêperies de la rue Saint-Denis tiene la mejor combinación rancho-sabor, guardo silencio. No discuto con vegetarianas. Te acepto la sugerencia porque me gusta tu gorra verde, y azul. Y gris. Algo del verano o el otoño te hace hermosa y con esas mujeres tampoco discuto.
En ese momento, reconocemos el perfil del Rafael Urdaneta y estamos más lejos que nunca. Eres todos los libros, todas las revistas, todos los posters y por eso hablamos. Hablamos y latimos durante una hora en el Quartier de l’Horloge.