Normalmente, la selección de textos de una exposición fotográfica nos da un marco intelectual, y citas de Derrida nos invitan a reflexionar sobre el significado de una imagen, pero cuando se trata del Congo, nos parece correcto cubrir las paredes con la colorida opinión de conductores de taxis, porque que ilustra el retraso de un país. En ningún momento pensamos que los intelectuales congoleños tienen algo que decir, por supuesto, porque partimos de la idea de que no existen.
Un texto lúcido de O. sobre esa curiosa «celebración» de la «independencia» del Congo (belga) –entrecomillados míos, paréntesis de ellos.
El día que llego a París, justo después de esta conversación con O., conozco a un Congoleño, que luego de un largo, larguísimo periplo, terminó como actor de cine. Le comento sobre la exposición que acabo de ver, la visión eurocentrista, lo raro que me parece todo. El calla. Yo entiendo –una vez más– que soy latinoamericano, que no tendré nunca el nivel para sostener una discusión sobre el tercer mundo con un exiliado de un horror muchísimo más intenso que el mío.
Sigue leyendo el texto de O en about the shuffle: cuando se trata del Congo.