Recorremos los limites del recinto, atentos a los rodapiés. Miramos detrás de maquinas de refrescos, anuncios iluminados, telecajeros. Casi nos tropezamos y en ese instante, nos reconocemos. Coincidimos. Ella sonríe entre avergonzada y seductora porque de inmediato identifica que queremos lo mismo en la vida: un tomacorriente para reconectarnos con el mundo exterior.
Y ella quiere usarlo primero.