Y es inevitable sentir, al menos para mí, que está hospitalizado uno de los nuestros. Que ese tipo es un amigo que ha ido a la playa con uno, que se ha calado tus despechos, que te ha acompañado en las borracheras, en las euforias, que con él estuviste en el colegio y en la universidad y que cuando comprobaste que a ella le gustaba más Cerati que Luis Miguel dijiste: coño, entonces sí que vamos en serio con esta flaca.
José Urriola se lanza un texto que, a riesgo de sonar demasiado sentimental, suscribo completamente.
Léelo completo aquí: Rostros de viento: Gustavo y los nuestros.