Por esas casualidades que no son, leo hoy una historia brillante que complementa una conversación con Mónica el martes pasado. En «Ya no te espero», Manuel Llorens construye un relato fabuloso, desde un horror sinónimo, mientras desenrolla un hilo de Ariadna:
Siempre se acercan y callados me preguntan. Bajan la voz, miran hacia abajo, disimulando, como si algo se les ha perdido. Susurran y preguntan con ansiedad: “Y Silvio, ¿en verdad es de los nuestros?”. Lo hemos acompañado en el silencio cómplice, durante la larga condena de confusión que cayó sobre él, que él mismo fabricó, que ha tenido que cargar. Pero ya no hay más tiempo para intentar descifrarlo, o lo rescatamos esta noche o lo abandonamos ya de una vez por todas.
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