Los sonderkommandos se encargaban básicamente de limpiar las cámaras de gas de cadáveres y de alimentar con ellos los hornos crematorios, pero no eran esas sus únicas tareas, además seleccionaban y almacenaban las ropas y bienes de los muertos, cortaban el pelo de las mujeres, arrancaban los dientes de oro; cuando los hornos no daban abasto eran los encargados de excavar las grandes fosas en las que se incinerarían los cadáveres sobrantes, o bien de desenterrar cadáveres de fosas comunes para incinerarlos y limpiar así las huellas del genocidio.
Sigue leyendo Libro de Notas: Un día de gloria en la zona gris.