Los japoneses se consideran miembros de una raza superior. Rara vez piden disculpas a un occidental, sin importar lo atroz que haya sido su comportamiento.
Pero también tienen detalles como este:
Es natural que yo deba cargar toda la responsabilidad por la guerra en general, y, huelga decir, estoy preparado para hacerlo. En consecuencia, ahora que la guerra está perdida, es presumiblemente necesario que yo sea juzgado para que las circunstancias de la época puedan ser clarificadas y la paz futura del mundo garantizada. Por lo tanto, con respecto a mi juicio, es mi intención hablar con franqueza, de acuerdo a mi memoria, aunque cuando el derrotado se presenta ante el victorioso, quien tiene sobre éste el poder de la vida y la muerte, es propenso al halago y la adulación. Mi intención es prestar considerable atención a mis acciones y decir al final que lo verdadero es verdadero y que lo falso es falso. Ensombrecer las palabras de uno con adulación hasta el punto de la mendacidad, falsificaría el juicio y le provocaría incalculable daño a la Nación, y mucho cuidado debe tomarse para evitar esto.
–Hideki Tōjō, antiguo primer ministro del Imperio del Japón, antes de ser juzgado por crímenes de guerra.
Esto viene de un hombre que está en el cuadro de top-10 genocidas de la historia. Una declaración que no deja de ser beligerante, pero que a la vez cualquier político de occidente sería biológicamente incapaz de hacer. ¿Quién es más monstruo, el que mata gente y culpa a las circunstancias, a la voluntad popular, o el que asume las consecuencias de jugar y perder?
Fibra moral. Quizás sea una de las razones de por qué, sólo 40 años después de ser bombardeados hasta la edad media, los japoneses conquistaron Norteamérica.