Sin ánimos de generar discusiones tontas, ni por supuesto defender las maneras de un sistema que promueve el genocidio; debe ser interesante vivir en una Venezuela donde se publiquen cómics como este en un diario amplia circulación (como por ejemplo el Boston Globe) sin que te caigan 20 fiscales del ministerio público ni el presidente se meta con tu madre el domingo (o el editor del periódico se haga en los pantalones al pensar que cualquiera de esas cosas pueden suceder).
Apuesto que los medios que apoyan al poder local mostrarían este cómic tal como está, pero pondrían el grito en el cielo y rabiosamente demandarían justicia (o harían comentarios anti-semitas) si alguien cambiase el contexto y colocara una caricatura de El Supremo.
Todo fanatismo es patético, como dice el pana Coll.