Desde que Chuck Thacker y su equipo en PARC inventaron la Alto a principios de los 70s, el santo grial de los diseñadores de interfaces fue crear un mecanismo para reproducir en papel exactamente lo que se veía en pantalla .
En retrospectiva, parece mentira haber vivido en un mundo en el que el WYSIWYG era un reto tecnológico.
Una vez que descubrimos cómo imprimir lo que veíamos en una pantalla, nos dimos cuenta de que un mundo digital –sin papel– tenía el potencial de ser más veloz, con obvias connotaciones ecológicas. Así que desde hace una década, los fabricantes de hardware han estado buscando la forma de completar el ciclo y hacer que las pantallas reproduzcan exactamente lo impreso en papel.
Para muchos, incluyéndome, esta es la última barrera para la adopción masiva de los ebooks.
(Eso y que alguien dentro de Microsoft decida que es hora de dejar de torturar a millones de personas con tipografía sub-par)
El texto en soporte digital tiene muchos detractores románticos. Pero es bastante probable que en los próximos diez años los libros físicos cojan por la vía de los CDs y se transformen en objets d’art. Jorge Gómez Jiménez pronostica esto en su 4 escenarios posibles sobre el futuro del libro impreso:
- La tecnología avanza en la producción de mejores y más económicos dispositivos electrónicos de lectura hasta hacerlos independientes de cualquier fuente energética externa. El libro impreso desaparece.
- La humanidad toma al fin conciencia de los perjuicios que ha ocasionado a la Tierra y cesa la destrucción de los bosques. El libro impreso desaparece.
- La humanidad no toma conciencia de nada y descubre que debe abandonar el planeta cuanto antes, llevando consigo sólo lo necesario, por lo que se toma toda la información disponible en formato digital para salvaguardar la cultura. El libro impreso desaparece.
- La humanidad no toma conciencia de nada y destruye el planeta en una magna festividad atómica apocalíptica. El libro impreso (y todo lo demás) desaparece.
Tres implementaciones de tecnologías disímiles, pero que van en paralelo, nos acercan un poco más a esa singularidad:
E-ink
La pantalla del Kindle, al precio del Kindle, es una proeza de ingeniería. Mis dos críticas son que el contraste podría ser mejor y que es imposible usarlo a oscuras. La primera ha sido resuelta en la última versión (Kindle 3), y con la segunda tendremos que vivir. Los libros físicos tampoco funcionan de noche.
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LCD-IPS
El iPhone 4 es un salto cuántico en múltiples sentidos. Posee una combinación de tecnologías que parecían muy muy lejanas hace sólo un par de años. A mi la que más me seduce es la pantalla. El retina display de Apple en el iPhone 4 y en el iPod touch, es la primera implementación masiva de una pantalla a color con resolución mas alta que la del ojo humano. Curiosamente, es difícil explicarlo por este medio, porque la resolución de la pantalla en la que estás leyendo esto es muy inferior a la del retina display. «Hay que verlo», como dicen. Pero para mi fue trascendental la primera vez que vi una pantalla en la que no pude discernir los pixeles que formaban el borde de las letras. Es literalmente como si el texto estuviese impreso en el fondo del teléfono.
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Super AMOLED
Las pantallas de LED orgánico como la del Samsung Wave no necesitan una lámpara de retroluminiscencia, lo que quiere decir que los negros son negros y no grises como en las pantallas LED. Las pantallas Super AMOLED garantizan un ángulo de lectura de casi 180º. Su alto consumo de energía es sólo una limitación circunstancial.
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La mayoría de los detractores del libro digital se basan en la premisa errada de que éstos sólo pueden ser consumidos en pantallas baratas de tubos de rayos catódicos o de cristal líquido. Ese argumento dejó de funcionar en 2007. Otros, antes de usar un iPad, o ver este video, todavía defienden la «usabilidad» del libro físico. Pero ya Amazon vende más libros digitales que libros de tapa dura y ese es un mensaje más que claro de lo que está a punto de ocurrir.
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