He resistido a Twitter como si se tratase de un invento del demonio.
Kathy Sierra, en esa maravilla psicotecnócrata que es Creating Passionate Users, tiene un artículo excelente (o no) acerca de como Twitter es el nuevo eslabón de la cadena que nos conduce a un estado perenne de distracción.
Kathy sobre el flujo:
Peor aún, esta sobrecarga nos está distrayendo de hacer lo que más nos hace felices… estar en flujo. Fluir requiere una profundidad de pensamiento y una concentración que estos cambios de contexto evitan. Fluir implica un reto a nuestros conocimientos y habilidades, y eso es bastante distinto a las tareas ausentes que podemos multitaskear (comer, ver tv, etc.). Fluir significa que necesitamos una cierta cantidad de tiempo para cargar nuestros conocimientos y habilidades en la RAM de nuestro cerebro. Y mientras más interrupciones grandes o pequeñas tengamos, es menos probable que lleguemos a eso.
En una cita de una cita, esta perla:
De un artículo de la revista Time sobre multitasking:
Patricia Wallace, una tecno-psicóloga,… cree que parte de la atracción del e-mail -para adultos así como jóvenes- es similar al de una máquina tragaperras.
«Tienes un refuerzo variable» explica. «No estás seguro de que vas a obtener una recompensa cada vez, ni cada cuanto la vas a obtener, así que persistes en halar esa palanca».
Siempre he pensado que llegará un momento en el viviré la peor pesadilla del tecnócrata: Esa sucesión de modas que es el desarrollo tecnológico me dejará atrás y sufriré el equivalente de no saber ‘usar el e-mail’. Twitter es uno de los trenes que perdí.