Caracas, es el fin. El nuestro se ha convertido de a poco en ese amor que pega y te deja con resaca. El odio se nos está instalando en las ganas y nos apagamos más rápido de lo que nos encendemos.
Leo Felipe Campos escribe una carta que me hubiese gustado escribir a mi. Gracias, viejo, por darme una voz.
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