«Siento tanto placer que podría masturbarme», comenta Niklas, «solo con imaginármelo sentado con la pistola esperando la llegada de los americanos y su mente dando saltos preguntándose: ¿hay alguna salida?, ¿debería apretar el gatillo? Pero fui rey de Polonia; no lo hagas, Hans, seguro que te perdonarán. Qué error tan maravilloso que cometió». Años después, Niklas preguntó a la mujer si su padre había considerado en serio suicidarse y ella respondió que para eso era demasiado cobarde.