Los cinco se mueven mucho. Uno de los niños, el más inquieto de todos, insiste -¡Papi, papi! -señala hacia la ventana.
Papi, con sus pecas, su languideciente cabello rubio, contesta en un criollo mejor que el mío «Si papi, los aviones».
El avión comienza a taxear. Ella saca una cámara, le pide a Papi que tome una fotos de los niños.
-Their last seconds as Venezuelans -dice.