Si eres un «intelectual» (alguien que vive gracias al uso que le da a su cerebro), es realmente estúpido ofrecer resistencia física a la gente que te echa la policía encima. Es una pelea desigual. El equivalente a que los retes a ellos a una partida de ajedrez o a escribir un artículo informado y coherente en menos de 2 horas.
Cada vez que hablo de esto, vuelvo al Apesar de você. Por eso, cuando vivía en Venezuela insistía en decir «Congreso» y «Caracas Hilton» y «Ávila Mágica». Los antiguos nombres, esas eran mis granadas. Era mi forma de decir «nada de lo que haces es lo suficientemente relevante en mi vida como para que yo invierta tiempo en reprogramarme».
Debo acotar que esta idea no la aprendí durante el chavismo. La aprendí gracias al régimen anterior, que era ya bastante proclive a anularte si no pensabas como ellos querían.
Así mismo, en España no pierdo la oportunidad de persuadir a quien me oiga de que el régimen está divorciado de los electores y el primer paso para la reconciliación es la cárcel para todos los banqueros. Eso nunca pasará y España se irá a pique y quizás, con un poco de suerte, asumirá la realidad de que no es distinta a sus colonias. Hago y digo esto porque usar las armas que mejor manejo es muchísimo mejor que salir a quemar contenedores de basura.