La galardonada autora Jhumpa Lahiri evoca su primera frase favorita:
Recuerdo leer una frase de Joyce, en el cuento «Arabia«. Aparece cerca del comienzo. «El aire frío mordía, pero jugábamos hasta que nuestros cuerpos relucían». Nunca la he olvidado. Me parece que es lo más perfecta que puede ser una frase. Es mesurada, desprotegida, directa y trascendente al mismo tiempo. Está llena de movimiento, de imágenes. Destila un humor preciso. Irradia significado y sin embargo, su sensibilidad es discreta.
Por si fuera poco, luego nos regala esta carta de amor:
Construir una frase es el equivalente a tomar una instantánea Polaroid: presionar el botón y mirar como surge algo. Escribirla es documentar y revelar al mismo tiempo. No todas las frases terminan en novelas o historias. Pero las novelas e historias son sólo eso. Las frases son los ladrillos y la argamasa, el motor y el combustible. Son las células, las puntadas individuales. Su naturaleza es a la vez solitaria y social. Las frases establecen el tono e imparten el ritmo. Una al frente de la otra marcan el camino.
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