Instagram propone un cambio en los términos de servicio y centenares de usuarios ponen el grito en el cielo y se despiden de la red social con el dorso de la mano puesto en la frente. Oh, el drama.
Esta despedida la hacen, por supuesto, en otras redes sociales cuyos acuerdos de uso son mucho peores.
No importa que momentos después Instagram haya publicado una clarificación. No importa que en realidad no vayan a vender tus fotos, el «periodista» que divulgó la noticia logró escribir un titular amarillista para que lo compartas en tus redes sociales, sin leer la noticia y sin leer el acuerdo de uso de Instagram. Ganó su cheque diario.
Este mini arranque de histeria colectiva es producto de dos cosas: el estado desastroso de la «prensa» de tecnología, permanentemente a la caza de un titular que no existe, y la perenne campaña sucia entre Google y Facebook y sus apéndices cagatintas. Lo más fascinante es la facilidad con la que te manipulan usando prácticas que datan de 1900.
Premio a la ironía del día: aquellos «gurús» de social media que manejan cuentas de Instagram de marcas y se quejan de porque Instagram pretende mostrar propaganda en su servicio.
Instagram es una fábrica de polaroids desechables, así que me llama la atención que la gente defienda sus fotos con tanto celo. Desde el 12 de Octubre de 2010 jamás me ha pasado por la cabeza que alguna de esas fotos es mía. Le pertenecen, primero, a los dueños del lugar donde se hospedan y en segundo, a «la internet».
Mucho se ha escrito sobre como los usuarios se apropian de los servicios que usan. Pero a mi me parece que es una forma nefasta de autoengaño. En el caso de Facebook y Google, tú eres el producto que ellos venden al mundo. En el caso de Instagram ¿De verdad crees que ofrecen su servicio gratuitamente porque son gente cool a los que les gusta la caridad? Vamos, estamos grandecitos ya.
Mónica dice que si Facebook cobrara $1 al mes por su servicio, nadie lo pagaría y todos dejarían de usarlo. Así somos. Yo creo que la oferta de valor de Facebook es mayor a $1 al mes. Inclusive con las propagandas, el imperio maligno y todo eso. Pagaría como pago hospedaje y un email porque me parecen valiosos y –por sobre todas las cosas– quiero poder reclamarle a alguien cuando no pueda acceder a mi email. De igual forma la gratificación de tomar una polaroid desechable y guardarla (ah, las contradicciones) en mi disco duro, vale mucho más que $0.
Como cualquier otra red social, desde el punto de vista de negocios el verdadero valor de Instagram está en el vigor de su comunidad. Por eso se apresuraron a emitir una aclaratoria. Creo que jamás llegaremos al punto en el que venderán tus fotos. Pero si quieren hacer álbumes aleatorios y venderlos, allá ellos, suerte. Tú, que no pagas ni por Gmail, ¿de verdad crees que alguien querrá pagar algo por tu foto de nubes, entre millones de fotos de nubes?
Post-post: MG Siegler escribió un delicioso artículo al respecto.
The internet: Quit, verb, to threaten to leave as loudly as possible, usually over something stupid, then do nothing.
(…)
My suggestion for the next time a situation like this happens — probably in a week or so: shut up, take a deep breath, and think. Use common sense. Just because a service is big and popular, it doesn’t mean they’re out to get you. In fact, it’s probably safe to assume that none of them are. Because if they were, they’d be done. No one is forcing anyone to use them. And torturing puppies isn’t a proven business model.