¿Quién diría hace 15 años que los Lips se transformarían en todo lo que Pink Floyd no fue?
Este disco y el remake de Court of the Crimson King, ambos de 2012, son un testamento de la capacidad de convocatoria de Wayne y la furia maniática con la que aborda los proyectos. Me asombra que no se suavice con los años, que sea un eterno veinteañero en escena y que mantenga esa locura que hace de cada concierto una experiencia única. Jodidamente difícil, sobre todo cuando estás rompiendo el récord mundial de más conciertos en un día, o grabando una canción de seis horas. Creo que si tienes una banda como esta, de eso se trata.