El estado que está construyendo ese formidable aparato de vigilancia hará lo que pueda para impedir que los periodistas lo investiguen. La mayoría de los periodistas pueden verlo. Pero me pregunto cuántos habrán entendido realmente la amenaza absoluta al periodismo implícita en la idea de la vigilancia total, cuando llegue, si es que llega – y, cada vez más, parece ser «cuando llegue».
No estamos allí todavía, pero no pasará mucho tiempo antes de que será imposible para los periodistas tener fuentes confidenciales. La mayoría del periodismo –en realidad, la mayoría de la vida humana en 2013– deja muchas huellas digitales.
Alan Rusbridger, editor de The Guardian, luego de ser testigo de un momento sin precedentes en la historia del periódico: dos agentes de inteligencia los obligaron a destruir los discos duros que contenían los archivos sobre Snowden. Todo está relatado en este artículo que desnuda al estado policial.
Terrible. O semi-terrible, pues al final los periodistas de The Guardian operan en múltiples países y esos archivos están más que respaldos en otras partes del mundo (¿un trabajo para Bond?).
Por cosas como estas es que Strongbox, el regalo de Aaron Swartz al mundo, es tan importante. Una herramienta digital para proteger a las fuentes anónimas, que sin duda tomará más relevancia a medida que los estados vayan destruyendo la libertad de expresión en nombre de lucha contra el ciberterrorismo.
Esto me recordó un artículo de Cringley que leí en estos días en el que avisora la nueva amenaza permanente:
He aquí el genio de esta nueva amenaza: cada país, cada compañía, cada individuo con habilidades técnicas pude ser visto como una amenaza cibernética. Lo harán por poder, dinero, patriotismo, religión –las razones son tan variadas como las etnias de los participantes.
Pero esta vez, verán, no podemos ganar nunca, ni siquiera podemos pensar en hacerlo. La ciberguerra durará para siempre. Las amenazas evolucionarán, los enemigos serán demasiado numerosos, y porque estaremos librándola juntos como nación, también existe la posibilidad de venganza y retribución.
Una amenaza permanente que, por ejemplo, justificará derribarte la puerta por googlear cómo funciona una bomba de olla arrocera. Por cierto, de ese artículo:
Estaban atacando a mi esposo con preguntas. ¿De dónde era? ¿De dónde son sus padres? Me preguntaron a mi, dónde estaba, dónde trabajo, dónde viven mis padres. ¿Tienen bombas?, preguntaron. ¿Tienen una olla a presión? Mi esposo dijo que no, pero tenemos una olla arrocera. ¿Puedes hacer una bomba con eso? Mi esposo dijo que no, mi esposa lo usa para hacer quinoa. ¿Qué diablos es quinoa?, preguntaron…
LOL