Siguiendo las instrucciones del pana Cronopio para leer en el tráfico, acabo de terminar El amor en tres platos, de El Chamantower.
Un misterioso acontecimiento en la plaza de un pueblo, el hombre que decide entregarle su vida a un narrador, un renuente acto de venganza, una vívida y hermosa lectura de un accidente de tránsito (un bono que alargó nuestro camino), la singular pasión de un pianista amateur, las múltiples consecuencias fatales de quienes intentan doblegar las leyes oníricas y un recuento post-traumático de una familia de Vargas en la historia que le da título al libro, que vale decir, es un kilo de cuento.
Héctor es un tipo brillante que sabe echar un cuento. En una nación de dicharacheros eso no es loable. Mientras leía, no dejaba de pensar en lo importante que es la claridad que nunca tendré, la limpieza del texto, las múltiples intersecciones que Héctor tuvo que pasar de largo para que lo entiendan en todas partes. Lo difícil es escribir bien, universalmente bien, desechar los giros, obligarlos a leer la contraportada para descubrir tu nacionalidad.
Gracias a la excelente labor de la Editorial Equinoccio, puede conseguirse en Ficcion Breve Libros, o en su librería favorita.