Es más fácil escribir sobre porqué Paulo Coelho es un mal escritor, que explicar porqué es culturalmente más relevante que otros –mejores– escritores. Pocos buscan descifrar su fórmula para vender. Prefieren morder el anzuelo y escribir críticas desesperadas.
¿Sabes quién fue Eleanor H. Porter? Ella y otros autores olvidados eran los bestsellers hace 100 años. Para poner las cosas en perspectiva, mira esta página. Salvo algunos casos, ni los bestsellers, ni los autores culturalmente significativos –adorados por la crítica, reivindicados por la historia–, son muy recordados o celebrados hoy en día.
Quizás esa sea la fuente de la exasperación: de alguna manera, todos los escritores saben que serán olvidados. Sin embargo, insisten porfiadamente en alcanzar la inmortalidad en libros que permanecerán cerrados hasta ser nuevamente convertidos en pulpa.
Así que los autores de bestsellers recurren a otras estrategias. Toman páginas de la política y el showbusiness y hacen concursos para la imagen de fondo de su twitter y entienden perfectamente que la publicación es puramente un acto social.
Lo mismo pasa con Dan Brown (no te burles del reconocido autor Dan Brown). Genuinamente creo que su mediocridad es calculada. Es un brillante ingeniero de tautologías y lugares comunes y la gente lee esos libros horribles como un acto de afirmación y celebración de su propia mediocridad. Y Dan Brown lo sabe.
Yo creo que si el tipo escribe, encanta a los lectores y vende un montón de libros, es un buen escritor. Por aquello de que ¿sabes? escribe, se comunica, entrega el mensaje. Es escuchado. Y si su mensaje es un mensaje de «bien» –como en el caso de Coelho–, mejor todavía. Si, es un populista. Pero todos los escritores lo son a distintos niveles. Si quieres que tu mensaje sea escuchado, es necesario apelar a los grandes temas, seducir al público con ideas asequibles y, en el proceso, alcanzar algún tipo de belleza.