Orlando Verde:
– Nada grave, seguro piensan que eres libanés –fue lo primero que me dijo, antes de darme la bienvenida. Y mientras me abrazaba y me sonreía y me contaba lo complicado que estaba el tráfico, yo no podía dejar de pensar que debo tener la cara de la minoría standard. Que tengo una cara que me hace pasar por ecuatoriano en Madrid, por pakistaní en Londres, por turco en Bruselas, por marroquí en Ámsterdam y por libanés en Dakar. “Yo soy el inmigrante marginado”, me dije a mí mismo(…)
El resto del cuento, aquí. Orlando en full swing, mostrando sus poderes para la observación descarnada. Que bueno y que malo que ese cuento no envejece.