Patricia Engel, en It’s not love, it’s just Paris:
I thought of my father. Once, before my graduation, I’d mentioned the possibility of changing direction and not studying diplomacy as I’d been planning. Papi thought I meant I’d join him and Santi at the family business, but when I said I was considering something more creative, he shook his head as if I’d been terribly mistaken and said there was no need for that; I was already an artist by blood; all immigrants are artists because they create a life, a future, from nothing but a dream. The immigrant’s life is art in its purest form. That’s why God has special sympathy for immigrants, because Diosito was the first artist, and Jesus, un pobre desplazado.
“It’s not the same, Papi,” I’d tried, but he shook his head.
“Pero of course it is, mijita. All your life is a work of art. A painting is not a painting but the way you live each day. A song is not a song but the words you share with the people you love. A book is not a book but the choices you make every day trying to be a decent person.”
Vía este artículo en The Atlantic, en el que Edwidge Danticat nos cuenta que ella es la versión viva de esta historia de Engel.
Qué bien eso ¿no?: todos los inmigrantes somos artistas porque nos inventamos una nueva vida a partir de una idea. Mónica y yo lo hicimos dos veces y podemos corroborar que es verdad. Cada vez que migras, fabricas una vida y una historia de la nada.
(Aunque vale acotar que yo no emigré como los padres de Danticat. Yo tuve gente que me ayudó a poner un pie del otro lado, y con la que estaré agradecido y en deuda para siempre.)
La idea es bonita, pero los que se quedan en su país y logran sobrevivir y prosperar, también son artistas. Enio siempre decía que los verdaderos poetas eran las madres que se paraban a las 5am para cruzar la ciudad y sostener a su familia. Nuestra vida, nuestra supervivencia y nuestros hijos, son nuestra mejor obra, emigremos o no.