Salgo a comprar pan y descubro que la alcaldía ha organizado un mercado de Navidad. De los altavoces colocados en los postes, Dickie Valentine canta el Alfabeto (si, es un pueblo con hilo musical). A lo largo de la calle principal, hay ventas de vino caliente y animadores para los niños: dos ardillas, un San Nicolás, un hombre de nieve y decenas de ayudantas de Santa, en falditas.
Todas las tiendas están abiertas, pero vacías. Sin embargo, para esperanza de los comerciantes, hay mucha gente en la calle. Me cruzo con dos, tres, cinco familias sonrientes, cargando grandes cajas.
Segundos después, caigo en cuenta de que vienen del centro, de la oficina de correos y sus cajas son todas de Amazon.