Las cámaras dedicadas tienen los días contados. Los teléfonos son más útiles, más cómodos de llevar y en términos de procesamiento de imágenes, mucho más poderosos que las cámaras dedicadas. Los resultados de tener un procesador de 64 bits en una cámara, son impresionantes.
Craig Mod escribe un nostálgico recuento de todas sus cámaras digitales y escribe esta hermosa reflexión esqueumórfica:
As I’ve become a more network-focussed photographer, I’ve come to love using the smartphone as an editing surface; touch is perfect for photo manipulation. There’s a tactility that is lost when you edit with a mouse on a desktop computer. Perhaps touch feels natural because it’s a return to the chemical-filled days of manually poking and massaging liquid and paper to form an image I had seen in my head.
Sigue leyendo Goodbye, Cameras.
Tampoco te pierdas el extenso y bien documentado post-post en su sitio personal. Allí, entre otras cosas, propone una nueva forma, una forma no-apocalíptica, de recibir todos estos cambios impulsados por software.
Software ate the camera, but freed the photograph. It makes me uncomfortable, and if you care about cameras, it should make you uncomfortable, too. But — and here’s the trick — try to see if there isn’t something valuable in that discomfort, if it doesn’t bring with it a way to look at photography with fresh eyes, with new excitement.
También: cuando salió el iPhone 5s, mucha gente se quejó de que no traía nada nuevo. La verdad es otra. Ese procesador de 64 bits, dirigido principalmente a la Generación Instagram, cambió para siempre la historia de la fotografía. Si te parece una exageración, espera unos meses.