A medida que pasa el tiempo, las cosas ligeramente estúpidas que hiciste, se van haciendo más y más estúpidas. Explicarle tus razones a un escéptico o a un imparcial, es el peor de los castigos.
Por otro lado, hay gente que nunca se da cuenta de que hizo una estupidez. Una de mis mayores fuentes de schadenfreude es observar como se quedan pegados en el ciclo infinito del ridículo.