En Jukebox, Chan Marshall (alias Cat Power) retransmite clásicos de la música popular a su manera. De esa forma, el énfasis de New York, New York es en vagabond shoes y no en top of the heap. La tragedia del hombre irreparable según Hank Williams, se convierte en una apología al sexo casual en Ramblin’ (Wo)man. El grito de James Brown en Lost Someone, es un mea-culpa.
En el lado B, Marshall rinde homenaje a sus tres influencias más obvias: el Dylan piadoso de I Believe in You, la Billie Holiday en descomposición de Don’t Explain y a Joni Mitchell, cuyos zapatos siempre ha querido llenar. La versión de Blue en jazz es la mejor que he escuchado hasta ahora (superando inclusive a la de la autora, en Both Sides Now).
La edición limitada incluye tres temas que a mi parecer son necesarios: el clásico México-Venezolano Angelitos Negros (en la peor interpretación que he escuchado en mi vida… por eso hay que oírlo), Breathless de Nick Cave y Naked, If I Want To, aquel tema de Moby Grape que Cat Power rescató en su primer disco de versiones.
Jukebox es la culminación de un viaje que empezó en You are free (2003): la transformación de esa niña rara con el cabello sobre el rostro que murmura canciones indie, en una cantante de soul legal. Para dejarlo todo bien claro, Marshall se versiona a si misma y Metal Heart, el tema estrella de Moon Pix (1998), es cantado 10 años después por una mujer muy distinta:
Original:
Versión:
Una última nota: Chan Marshall está muy loca,
(…)
Mi ventana se había volado, así que la cubría una plancha de madera. Había pequeños nudos en la madera, parecía un desierto. Podía escuchar al viento detrás –woooooo– soplando sobre el desierto. Y donde estaban estos nudos, el desierto estaba exponiendo esta gran civilización. Todos estos edificios super elaborados, brillantes. Era un sitio como árabe, como el Sahara hace 5000 años. Los otros nudos comenzaron a moverse. Era muy alucinante. Toda esa arena representaba el tiempo. Sentía como que estaba viajando hacia atrás en el tiempo.
(…)
sus arranques durante los conciertos son famosos. Ahora parece más calmada, pero no deja de sorprender lo incómoda y frágil que se ve en escena:
Y si, ¿por qué no decirlo? Todo eso es –de alguna forma muy extraña– adorable.