Luego de cuatro sesiones, logré convencer a mi tía de que la gente que comenta en noticierodigital, noticias24 y los foros de aporrea, es decir, aquellos que dirigen la opinión pública venezolana, son –en una abrumadora mayoría– adolescentes escapados de El Brollo, o sexagenarios con algunas disfunciones emocionales.
Mi tía, todavía despertando a la Internet, tardó un poco en asimilar la idea de que la red y su contenido son libres, que no se necesitan credenciales ni cursos para licenciarse en imbecilidad.
La libertad de uso y la libertad de identidad (o, dicho de otra forma, la libertad para ser anónimo) es la razón de por qué la Internet constituye el espacio social más libre generado por la humanidad. Nuestas múltiples redes son, básicamente, países sin constitución en donde todo vale, inclusive la autodestrucción.
Mike Krahulik, a través de su alter-ego John Gabriel, hace un mejor resumen en la Greater Internet Fuckwad Theory.
Cualquier persona que tenga en línea más de dos años ha participado en al menos una guerra santa. Los comentarios fuera de tema y subidos de tono, las discusiones recurrentes y los flame wars, son las termitas de las comunidades en línea. Al poco tiempo –e invariablemente– estas expresiones fomentan la edición y moderación (¿censura?) de contenidos. Como toda moderación es subjetiva y argumentable, el primer acto de moderación por lo general señala el inicio de la última batalla y fin de una comunidad en línea.
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Once someone’s played the moderation card, it becomes a hot issue, partly because people, especially in our culture (reading culture at almost any granularity you want) like to argue over rules, and partly because the whole issue of moderation vs openness strike very close to our beliefs and so invoke strong emotions.
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–Geoff Cohen
Muchos abogan por este tipo de censura. Algunos individuos u organizaciones interesadas en el fin de la neutralidad de red dirigen la opinión hacia las bondades de la censura (mientras impulsan su agenda de discos a 15 dólares y entradas de cine a 7).
A la vez, en un mundo paralelo, existe el canal b de 4chan. Considerado por muchos el último lugar completamente libre del mundo, y a la vez, la fuente de la que mana toda la basura que circula por las Internets.
Todo esto viene por un artículo que leí en el siempre excelente blog de Zinnia Martínez. El periodismo digital es una de sus especialidades, así que no es la primera vez que Zinnia trata el tema.
Sus comentarios y nuestra indefensión me hicieron recordar –a su vez– un artículo/ponencia de Dale Shirky titulado «A group is its own worst enemy«.
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Someone built the system, they assumed certain user behaviors. The users came on and exhibited different behaviors. And the people running the system discovered to their horror that the technological and social issues could not in fact be decoupled.
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And so we blew past that interesting scale of small groups. Larger than a dozen, smaller than a few hundred, where people can actually have these conversational forms that can’t be supported when you’re talking about tens of thousands or millions of users, at least in a single group.
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Dale Shirky argumenta que el problema radica en que no hemos pensado lo suficiente en nuestra búsqueda del software que habilite la interacción productiva. Ingenieros, comunicadores y diseñadores hemos construido, una y otra vez, comunidades basadas alrededor de un software (foros, blogs) con la expectativa de que sean desregulados (libres, cooperativos, sociales), sin detenernos a pensar si tienen el formato correcto, si el modelo es escalable, o si los usuarios le darán el uso que imaginamos.
(Nota mental: el levantamiento de especificaciones de software es, primordialmente, un experimento sociológico)
Shirky es una de las autoridades en teoría social de la Internet desde mucho antes de que aprecieran MySpace y Twitter. A group is its own worst enemy es a mi parecer una lectura obligatoria para cualquier persona que tenga la intención de comprender la dinámica de una sociedad hipercomunicada (psicólogos, sociólogos, políticos, desarrolladores de software, diletantes…), porque lo cierto es que:
- El mundo físico pasó de moda, pero
- no hemos encontrado todavía la forma de correcta de utilizar nuestros múltiples recursos para la omnipresencia, y además
- la libertad es hermosa y déspota. Un castigo que pocos pueden tolerar.