Elon Musk es la personificación del supervillano multimillonario y esa es una de las cosas que más me gusta de él. Los villanos no hablan como Steve Jobs o el Kingpin, allí las historietas se equivocan. Los villanos hablan como tú —en un buen día— y el discurso de Musk está milimétricamente fabricado para encantarte con su torpeza. Elon Musk es el niño mimado de los mentecatos, el Gordon Gekko de los geeks, es todo lo que Bill Gates, Richard Branson y Mark Zuckerberg no pudieron ser y es un regalo atestiguar cómo el dinero puede destruir las estructuras de poder y coronar a un nuevo único falso Dios.