Daredevil funciona porque el larguísimo —multi-episódico– preámbulo a la presentación del villano, rinde sus frutos. El Kingpin de Vincent D’Onofrio es un casting perfecto. Humano, despiadado y coherente. Es la única razón de porqué comencé a ver la serie. Me enganché por esos momentos en los que te convencen de que el Kingpin es un incomprendido; y por lo que logra Rosario Dawson en pantalla. D’Onofrio y Dawson sostienen a esa serie, confirmando la regla de que sin un escudero vulnerable y un villano carismático, no hay historia de superhéroe.