Este perfil de Fred Rogers —mejor conocido como Mr. Rogers— me trajo un montón de recuerdos. Lo que me pareció más interesante es que el autor propone que Mr. Rogers fue un santo, o al menos un televangelista:
I can still hear him signing off his show similar to the way he concluded his letter to Amy Melder: “You’ve made this day a special day by just your being you. There is no person in the whole world like you, and I like you just the way you are.” Some have suggested that this message sought to instill children with a sense of self-importance, but to believe that is to fundamentally misunderstand Fred Rogers. At the core of Rogers’ mission was the paradoxical Christian belief that the way to gain one’s life is to give it away.
¿Quizás al autor se le pasa la mano con el asunto de la religión? No se. Lo que sí es verdad es que Mr. Rogers era completamente distinto al resto de la programación de PBS. Y aunque Plaza Sésamo era genial, nadie te hacía sentir como Mr. Rogers. Nadie conversaba contigo como lo hace luego del minuto 1:30 en el siguiente video:
Nadie, en ningún programa en ningún canal, te hablaba con esa franqueza y esa compasión. A medida que fui creciendo dejé de ver Mr. Rogers porque me parecía un poco bobalicón, pero me doy cuenta de que en realidad lo que pasó es que Mr. Rogers siguió teniendo conversaciones con alguien que ya no era yo. Ahora de adulto, miro estas grabaciones y me parece que hace una exposición tan frágil y vulnerable, tan sincera, que deja crudamente en evidencia el verdadero valor de su obra. No fue sino hasta que leí este perfil, y otro que vinculan dentro del artículo, que entendí la suerte que tuve de estar en otro país, aprendiendo valores humanos frente al televisor, guiado cortésmente en otro idioma por un santo moderno.