De todas las cosas que he leído sobre el vigésimo aniversario de OK Computer, destaco este artículo de Anwen Crawford en Pitchfork. Quizás porque fue escrito por alguien que estaba vivo en 1997 y puede relatar esa experiencia de escuchar el disco por primera vez:
But these nervy Englishmen, with their songs about cattle prods! They didn’t save me; nothing so corny. But they did make me feel that there was room in the world for the thin-skinned, the fretful, and the constitutionally pessimistic. Me and thousands of others, joined together under the sign of pop music’s most inexhaustible cliché—the community of outsiders.
If you were there when they toured this album then you’ll remember the moments when it happened: The way the “rain down” section of “Paranoid Android” became a collective plea for deliverance, or the cheer that went up when Yorke sang “bring down the government” on “No Surprises.”
Escuchar OK Computer fue un acto extremadamente solitario, más aún que muchos otros discos. Viviendo en una época post-MTV, en un país del tercer mundo, y metido de cabeza en la doble misión suicida de desempacar la etapa eléctrica de Miles y enamorarme, no fue sino hasta un año después que OK Computer cayó en mis manos, y luego pasé dos o tres años sin conocer a alguien que lo hubiese escuchado. La primera conversación que tuve sobre OK Computer, sobre su relevancia, fue como quien discute una información clandestina, ¿es este nuestro Album Blanco, nuestro Dark Side of The Moon? ¿Nuestra generación tiene derecho a manifestarse más allá de Nevermind?
Leer sobre OK Computer en estos días me ha hecho recordar la idea de que alguna vez tuvimos la oportunidad de evitar esta distopía, esta renuncia a nuestra privacidad, al derecho a tener tiempo libre, una mente independiente y una vida dictada por nuestros genes. Quizás mi generación nunca tuvo los medios, pero definitivamente sí tuvo la oportunidad y la claridad mental. Coreamos las advertencias e hicimos click en “Siguiente”, “Siguiente”, “Siguiente” hasta que se apagaron las alarmas.