A un lado la fanaticada. Abran paso. Olvídenlo, acabemos la competencia aquí. Que lo ganen todo: la liga, la copa del rey, la champions y el mundial de clubes.
Todos los que vimos este Clásico fuimos bendecidos con una cátedra inolvidable, impartida por un equipo estrella, un equipo de jugadores, conducido por un fanático, un recuperador de balones, un servidor legendario que de paso, es hijo ilustre de la ciudad. ¡Qué historia! ¡Qué gloria! De eso se trata el fútbol.
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Post-post: Para nosotros, caribeños, habitantes de otro planeta, quizás no sea tan obvio. Pero en la historia moderna del deporte profesional, esto de moldear un equipo para ganar, y ganar de esa forma, es una hazaña sólo comparable con la de Guillén (en su caso, una fuerza destructora), llevando a los Medias Blancas a su primer trofeo de serie mundial en cuarenta años.
Post-post2: …o bueno, Bobby Cox creando una dinastía de 10 años a partir de los Bravos de Atlanta, el peor equipo de la liga.