Mi primera memoria del Museo de Bellas Artes proviene de un paseo con mis abuelos paternos. 1983, quizás 84. Recuerdo:
- Asomarme hacia los jardines en una de las salas con ventanales, mientras mis abuelos recorren las paredes.
- Subir corriendo por las rampas y esperar, junto a mi abuela, una papelera y una ventana, que mi abuelo nos alcance.
- Que las piezas más fascinantes del museo son los Higrómetros. Que mi abuela tiene que explicarme varias veces que no, que no se usan para medir terremotos.
Curioso: éramos tres y hoy no tengo con quien revivir esos recuerdos, corroborar su exactitud. La memoria muere conmigo.