Siempre me he preguntado por qué si uno paga impuestos y mantiene al estado no puede entrar libremente a todos los edificios del gobierno. Así mismo, si uno es cliente de una compañía, por ejemplo, una telefónica, ¿Acaso pagar mil dólares al año no le da derecho a uno a entrar a sus oficinas? Yo digo que sí y con creces, digo que hasta nos deberían dejar usar las computadoras.
En países subdesarrollados donde la paranoia estatal decanta su veneno en toda la sociedad (como Estados Unidos y Venezuela), es común encontrar estas y otras absurdas prohibiciones. Una típica es no poder fotografiar ciertos edificios.
Tomas Hawk, escribe un interesante post al respecto, con un cuento divertido sobre la estupidez de las personas que defienden estas prohibiciones.