Estoy bajo el elevado de la Urdaneta, de primero en el semáforo esperando ser asaltado. Pienso en lo horrible que es este lugar, en las décadas que tiene siendo horrible. Pienso que, a pesar de todo, es un anexo de mi hogar.
Una vez un policía me dijo «La calle no es tuya. Por ejemplo, si dañas esa acera te llevo preso». Según la autoridad, lo propio es aquello que podemos destruir. Ahí, bajo el elevado de la Urdaneta, pienso que puedo mear en cualquier rincón de Caracas y ese será mi rincón porque yo pago por Caracas en más de una forma. Fue de mis abuelos, de mis padres, siempre ha sido mía. Esto no pasa en ninguna otra parte del mundo, en esas ciudades en las que circulo con cuidado para no destruir aceras ajenas.
¿Por qué sigues viviendo ahí? -Preguntan ¿Cómo explico la pertenencia? ¿Cómo explico que mi ciudad, cualquier rincón de mi ciudad, es mi casa?