Hace unos días me desperté en un avión para ver la segunda hora de Elizabethtown. Había leído el nombre en algún lado y eso era todo lo que sabía. Es una película excelente. Cerca del final comencé a pensar en la música como vehículo de una historia y como sólo unas pocas personas han dominado ese arte dentro del arte. Para mi sorpresa, el director resultó ser Cameron Crowe, a quién respeto desde Singles y venero después de Almost Famous.
(lo se, Vanilla Sky es pésima. Además, Crowe es un tipo efectista. Pero su decodificación de la Generación X lo convierte en un guía natural, como Linklater o el mismo Coupland)
Elizabethtown es, tal como Almost Famous, una historia redonda sobre la experiencia que cambia tu vida, lubricada con tres ingredientes elementales que pueden ser uno solo: nostalgia, música y el camino.
En Almost Famous, el personaje de Zooey Deschanel explica por qué quiere irse de la casa con una canción de Simon & Garfunkel. La canción está en Bookends, un excelente disco para manejar, y es mi canción favorita de Paul Simon.
El primer verso de America es desoladoramente tierno, cargado de toda la inocencia del verano del 68:
«Let us be lovers we’ll marry our fortunes together
I’ve got some real estate here in my bag»
So we bought a pack of cigarettes and Mrs. Wagner pies
And we walked off to look for America(«Seamos amantes, casaremos nuestras fortunas
tengo algunos terrenos aquí en mi bolso.»
Así que compramos un paquete de cigarrillos y las tortas de la Sra. Wagner
y nos fuimos a buscar América.)
Toda la canción es una invitación irrefutable que repetí un montón de veces en silencio, cada vez que me enamoré de alguien con quien sentí que eventualmente podría compartir una portada, marcalibros que miden lo que hemos perdido, la música como vehículo de nuestra historia, o media película sobrevolando la cordillera del Atlántico.