Daredevil funciona porque el larguísimo —multi-episódico– preámbulo a la presentación del villano, rinde sus frutos. El Kingpin de Vincent D’Onofrio es un casting perfecto. Humano, despiadado y coherente. Es la única razón de porqué comencé a ver la serie. Me enganché por esos momentos en los que te convencen de que el Kingpin es un incomprendido; y por lo que logra Rosario Dawson en pantalla. D’Onofrio y Dawson sostienen a esa serie, confirmando la regla de que sin un escudero vulnerable y un villano carismático, no hay historia de superhéroe.
Bass Shapes es una visualización interactiva «estimulada por audio». La bajas y le pones música a ver qué pasa.
Oí una larga recomendación de Why Can’t We Live Together, de Timmy Thomas. Nunca me había dado cuenta de que toda la canción es él solo con un generador de ritmo. Este tema viene de un tiempo en el que podías escribir e interpretar un hit con un organito. El vídeo es puro 70s:
John me pasó el disco de Sia, de quien no me enteré en 2014 (no se cómo). El video con Shia LaBeouf y Maddie Ziegler es bueno, pero cuando recordé que el tipo no se bañó en un mes, me dio asco.
Volumen Dos, de Monsalve y Los Forajidos me hace pensar en el Jazz Latino que me acompañó durante toda la universidad. Un poco de Irakere, Amereida y Milton Cardona. Cuando oigo Abeja Sobre El Autana pienso en Fela, con Black & Decker pienso en Bacalao Men. Son una versión un poco más roquera y más loca de todo eso. El resultado de la fusión de KRé y Cunagüaro Soul. Volumen Dos es un disco excelente y una verdadera sorpresa.
—Es puro condicionamiento clásico… y funciona —me dijo Pedro, al recomendarme que le pusiera música a la panza de Mónica. Lo había leído, y había visto como unos amigos lo hicieron con lounge —su hijo de dos años deja lo que esté haciendo y comienza a cabecear siguiendo el ritmo.
En un intento de anticiparnos a muchos desvelos tratando de dormir a una niñita, veníamos aplicando lo que terminamos llamando «el tratamiento»: el mismo grupo de piezas de música clásica todas las noches, con audífonos, en la parte baja del vientre. Elegí piezas que no me volvería loco de tanto repetir y que tuviesen distintos tempos. Terminé haciendo —por supuesto— un mixtape. Abre con el Concierto de Brandenburgo No.4 en Sol Mayor y va desovillándose hasta Para Elisa que, incidentalmente, es la primera melodía de la que tengo memoria.
El cambio más significativo en mi experiencia de ver películas en 2015 fue instalar Kodi en un Raspberry Pi 2 conectado al televisor. Fue un salto cuántico sólo equiparable a cuando descubrí Napster.
Para ver películas y series uso IceFilms, cuyo add-on para Kodi puedes conseguir en TVAddons.
Así que en 2015 no fui mucho al cine, pero vi más películas que en ningún otro año.
Insisto en lo que digo siempre: si alguna compañía me permitiera alquilar la película, serie o programa de televisión que me diera la gana, sin preocuparme por todo el bullshit de las regiones, subtituladas al idioma que yo quiera —por menos de $4 por producto— me tendrá como cliente para siempre. Ya pasa con la música.
En fin…
Estas notas fueron escritas saliendo del cine / cerrando una ventana / apagando la tele, justo después de haber visto algo para compartir y antes de contaminarme con las reseñas. Están aderezadas con links que he ido consiguiendo por allí.
El episodio navideño de Black Mirror es súper fucked up. Pero también es una clase maestra de narrativa expositoria. Todo escritor debería ver y entender cómo está montada esta historia.
Prisoners es un thriller a la vieja usanza, de esos que hacen que te cuestiones tus convicciones. Muy bien hecho, con excelentes actuaciones.
Me encantan los artículos de Dave Addey sobre la tipografía en el cine. Este acerca de Alien contiene una disertación sobre la simbología de los iconos en nuestros smartphones, el retro chic de las pantallas de rayos catódicos y el teclado diseñado por un ocultista ruso con cierta debilidad por los viajes lisérgicos.
The Purge: Anarchy es todo lo que la primera Purge no fue: una distópica mascarada sangrienta.
Con un poco menos de información, Predestination sería una muy buena película de policías que viajan en el tiempo. Pero se les va la mano dando pistas sobre lo que está sucediendo.
Dos días, una noche es la mejor película sobre la depresión que vi este año. La actuación de Marion Cotillard es excelente.
Siete minutos de tormentas, hermoso
The Guest es un buen thriller hasta que se vuelve completamente demencial al comienzo de la segunda hora. Después de ese punto, es deliciosamente ridícula y divertida. El soundtrack, pura música de los 80s, es bestial.
En la cúspide de su carrera, Mackey Sasser, catcher de los Mets, perdió su habilidad para lanzar una pelota sin pensar, lo que se conoce como el síndrome de Steve Sax. En este corto muestran el tratamiento al que se sometió 20 años después para librarse de sus traumas. Ando pegado con esa idea desde que leí El Arte de la Defensa el año pasado.
Qué buena la actuación de Tobey Maguire en Brothers.
Welcome to Union Glacer es lo que sucedería si Wes Anderson hiciera un documental sobre una expedición Antártica. Hermoso, bien montado y bien musicalizado:
The Equalizer es una de las mejores películas que hay de «venganza del veterano».
Vi The Drop por recomendación de Vicente. Me dijo «que bolas Tom Hardy» y si, que bolas Tom Hardy. Se supera con cada película. En esta, su cara de tipo que no rompe un plato es impenetrable. Perfecta.
Nunca había visto una película de la segunda guerra mundial cuyo protagonista fuese un tanque. Fury rápidamente se vuelve una muy buena película. Lamentablemente, no se conforma con serlo, sino que rompe el ambiente de horror en la guerra con escenas innecesariamente dramáticas y sobreactuadas.
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