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Era el sonido en la sala

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Dave Grohl le cuenta a Rolling Stone el redescubrimiento que experimentó cuando comenzó a ensayar de nuevo los temas de Nirvana para la inducción de la banda en el Hall de la Fama del Rock and Roll y el ya mítico toque posterior en un bar de Brooklyn.

It was equally intense for Grohl. «The first time we played together, it was like seeing a ghost,» he says. «The second time, it was a little more reserved. And the last time we played it was like that fucking Demi Moore/Patrick Swayze pottery wheel scene from Ghost. We usually got the song by the third take. It started to sound like Nirvana. Our road crew and some friends were in the room when we launched into ‘Scentless Apprentice’ for the first time. There were jaws on the floor.

«I hadn’t played in that band in 20 years,» he continues. «Hearing what it sounded like when we played ‘Scentless Apprentice’ legitimized it for me. I’d almost forgotten what it was like to be in a room full of Nirvana. That first day back really legitimized it. I was like, ‘Oh, that’s right! We sounded like this, and that’s why people paid attention. Oh, okay! It wasn’t just the book and the movie and the Behind The Music. It was the sound in a room, like this, that makes people go, ‘What the fuck?’

El resto del artículo tiene un par de videos, incluyendo esta maravilla con Joan Jett

 

 

música

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40 años del Golf

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He estado siguiéndole la pista a la celebración de los 40 años del Golf. Esa foto de arriba es una de las máquinas más hermosas que he visto este año.

Siempre quise un Golf pero nunca pude pagarlo, así que me conformé, como muchos otros latinoamericanos, con un Gol, sin la f. Un carro que me hizo inmensamente feliz y orgulloso de haber logrado la proeza de obtener un crédito por mis propios méritos. El carro que le siguió también fue un Gol. Cuando emigré lo vendí por una miseria para pagar un billete.

En estos días le contaba a Mónica la historia de ese último Gol, cómo el hijo de Héctor bautizó al carro en el asiento trasero, sellando nuestro vínculo.

Una de mis experiencias trascendentales fue haber migrado con Mónica con lo que pudimos llevar en un carro. Un arrumaje que fue seleccionado por Jessica y Yensi y amorosamente cargado por Plácido y Jose en la parte trasera de nuestro desvencijado, quinceañero, increíblemente fiel, Fiat Pu_to. La culminación de esa experiencia fue sortear el último paso de montaña y ver las luces de nuestra nueva ciudad al borde de la medianoche. Algo que recuerdo cada vez que hacemos esa ruta, todavía en nuestro Fiat.

Los carros nos obligan a compartir el espacio vital con otras personas e, invariablemente, terminan siendo el lugar en el que construimos narrativas comunes, el tabernáculo donde atamos nexos con nuestras familias electivas.

 

Volviendo al Golf con f, es muy loco que, 40 años después, la última versión siga siendo un modelo deseado por muchos. ¿Sucederá lo mismo con las PowerBooks en 2031?

Al encontrar esa foto del Golf, me acordé de Enio. Él sería, sin duda, un carro amarillo:

Soy un modelo del 74
de esos que vinieron sin stop y con un guardafango más claro que el otro,
en el maletero traje una caja de herramientas, de la cual
sólo sé usar la poesía cuando se me espicha un caucho.

Mi dirección no siempre fue la correcta,
como buen 74 la intuición me guió por las calles más transitadas,
esquinas de fiestas y sombras, de canción y silencio,
siempre doblando a la izquierda y volcándome por las calles siniestras,
gracias a esto, espero que no se diga:
que me vieron peligrosamente inmovilizado en las avenidas de la derecha.

Prendo las luces de emergencia cada vez que me accidento en un amor,
hay una manía de preservar lo que viene detrás y puede chocar conmigo,
soy un 74 al que le dice viejo una modelo del 80
pero igual roza su puerta con mi puerta y me raya un poco la pintura.

Mi tapicería estuvo llena de tabaco un buen tiempo
y como buen 74 trato de dejar el hábito cuando caliento,
me manejan aquellas que descubren la docilidad de mis frenos,
o aprietan el acelerador poco a poco hasta fundirme la máquina.

Van tres veces que me han querido vender pero siempre se arrepienten mis compradoras,
eso de un 74 poeta maníaco convertible,
al que se le llena el tanque con gasolina de 40 grados, no parece ser buen negocio.

Mi dueño me lleva de allá para acá con la ligereza de creerse superior
y en realidad no se lo discuto, uno discute con lo que ve y a Dios no se le ve nunca,
descanso en las mañanas y ruedo en las noches,
me siento taxi, limosina, carro por puesto y particular.

Si me vuelven chatarra quiero que con mis restos,
resuelvan inventar una gran máquina de café
y se les reparta café a otros modelos 74 que serán de colección.

Soy un modelo 74 que anda a la intemperie
de algunas que lo chocan y lo chocan…
Soy un 74 chocón.

-Enio Escauriza

 

Buscando la oficina en la que se inventó la web

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David Galbraith lleva un par de años haciendo arqueología digital en un esfuerzo por encontrar y preservar la oficina en la que se inventó la web:

I suspect that in 100 years, CERN’s legacy as the birthplace of the web will surpass the discovery of the Higgs, W or Z bosons. The web will have had an impact on every day life which could be compared to that of printing, in which case this location could be compared to Guttenberg’s workshop, which had to be reconstructed many years after, when people realized its importance, too late.

Now you could argue that the web is not as important as the invention of printing (I disagree) but its certainly up there with say a major artist’s studio. In which case, consider the extraordinary length’s taken to preserve the floor in Jackson Pollock’s studio and consider that the room where the web was invented is treated just like any other room.

Absolutamente.

Otro dato tomado de su sitio web: todos asumimos que la web se inventó en Suiza porque al CERN se le entra por Suiza, pero según Galbraith, el edificio 31, donde queda la oficina en la que la web se inventó, queda unos metros dentro del territorio Francés.

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