Cuando hice la nota original linkeé un vídeo de la versión en vivo de 1976. Pero lo tumbaron. Si lees esto en el futuro, vuelve a Googlearlo: Candi Staton Young Hearts Run Free Live 1976
Andrea Belfi + Thom Yorke en Montreux
Andrea Belfi monta una atmósfera sonora con una batería electrónica y un modulador, y se tira un concierto que tiene su primera pausa a la media hora. Se toma 15 segundos para comenzar a montar el próximo tema. Es una fucking máquina.
Thom Yorke abre con Interference, frente a la invitación hipnótica de una vagina de luz. He venido a un montón de conciertos en la sala Stravinsky, todos con un sonido impecable. Éste se los lleva. Chapeau a los genios de la consola. Anima acaba de salir hace un par de días y esta es la primera vez que escucho los temas. Durante Default, Yorke me recuerda que nunca es tarde para bailar como un maniático frente a dos mil personas. It’s never too old to pogo. Termina el concierto repitiendo “look, this face, it isn’t me, look, this face, it isn’t me”
Estas notas fueron escritas saliendo del cine / cerrando una ventana / apagando la tele, justo después de haber visto algo para compartir y antes de contaminarme con las reseñas. Están aderezadas con links que he ido consiguiendo por allí.
Guerra Fría es un recordatorio, visualmente hermoso, de que no debes juntarte con locas de mierda.
Us es espeluznante y genial. Un triunfo estético y de narrativa. Estuve varios días pensando en ella, en sus posibles errores, que me parece que son pocos. Mucho mejor que Get Out construyendo el relato interior del protagonista. Lupita Nyong’o está impecable.
Phantom Thread me pareció exquisita, la atmósfera, el personaje principal, y la proyección de la melancolía, están muy bien logrados.
Avengers Endgame me mantuvo interesado hasta el punto en el segundo acto en el que telegrafiaron el destino final de uno de los personajes. Terminé de verla porque quería reírme con propiedad de la gente que la toma en serio y la critica o defiende. Todo el esfuerzo es de una mediocridad que resulta obscena cuando consideras todo lo que podría hacerse con ese dinero: literalmente salvar al mundo, o al menos a un montón de gente que morirá de enfermedades curables.
Las coreografías, los sets y el uso de colores en John Wick III son fantásticos. Es la primera vez desde… John Wick II, que no me aburro durante una pelea. Buen cambio poner a John Wick a la defensiva.
The Disaster Artist es una historia sobre el triunfo de la voluntad. Una historia sobre jóvenes actores y un sueño, independientemente de la mitología construida alrededor the The Room.
Por cierto, Tommy Wiseau sería un casting perfecto para reemplazar al Joker de César Romero:
Vi Sorry to Bother You a pesar de los comentarios racistas y colonialistas de Boots Riley, y estoy contento de haberlo hecho. Una brillante fábula surrealista que me hizo pensar en que siempre hay que separar al artista de sus tweets.
Tengo la misma opinión sobre Dolemite Is My Name que sobre Disaster Artist. Una peli que me hizo sentir bien. Un homenaje necesario. Sin tipos como ése, el cine con el que crecí habría sido mucho más aburrido.
Había leído que Glass era mala y por eso tardé en verla. O. me convenció de que lo hiciera. Es mala si eres un hater de M. Night Shyamalan, pero si no, es mucho mejor que las películas de Marvel. Impresionante James McAvoy, otra vez.
Por “casualidad” vi dos películas que van sobre el asesinato de nazis.
Anthropoid es una buena historia sobre la resistencia, el precio del deber y el honor, que usa el espectacular asesinato de Heydrich como telón de fondo. Una buena actualización de Operation: Daybreak.
Operation Finale, sobre la captura de Eichmann, es más plana y menos interesante y, en general, una peor película que La Casa en la Calle Garibaldi.
Me encanta la historia legendaria de The Irishman. Una suerte de Forrest Gump de la mafia. Geniales De Niro, Pacino y Joe Pesci, los maestros se congregan para un último trabajo. Genial el ritmo y el guión. La secuencia crucial de la película, durante el tercer acto, es una obra maestra de suspense y exposición. Tuve que retroceder y verla otra vez para tomar nota sobre cómo contaban lo que sucedería, sin llegar a decirlo.
Durante la hora final de Midsommar estuve esperando que se transformara en The Wicker Man, y no me decepcionó. Una lástima que derivara en eso, porque distrae de su verdadero mensaje: una reflexión sobre como uno puede recuperarse del dolor de una pérdida. La redención y el renacimiento después de un duelo, metida como contrabando en una película de terror. Fascinantemente bien logrados los paralelismos entre la redención por sacrificio y la redención por renuncia ante los hechos.
The Rise of Skywalker sufre de un error fundamental de guión: es imposible escribir una buena historia de aventuras en la que la muerte no tiene ningún valor. Conté 5 ocasiones en las que una muerte habría fortalecido a la historia. Y esto es sin tratar de analizarla mucho. Viéndola como un niño de 9 años, me divertí mucho más durante tres episodios de The Mandalorian.
Me encontré con el anuncio un día cerca de la frontera. Los colores, el contraste entre el verde y el azul me hicieron voltear y allí estaba: un paisaje rutinario, familiar y fuera de lugar. Traté de corregir, ¿Medellín? No. Mi Ciudad. Ese día, Adriana me envió el mismo anuncio. A ella no se le escapan las panorámicas de Caracas. He visto otras variantes por la ciudad: el afiche de un festival de cine latinoamericano que —perspicazmente o no— usa un paisaje de mi ciudad el año en el que más ha sufrido.
Cerca de mi trabajo pusieron otro. Paso frente a él algunos mediodías, cuando voy a almorzar en el supermercado. El afiche está —perspicazmente o no— en la misma esquina donde se estaciona una vez a la semana el carrito de Arepa Republic. El otro día tomé una foto y se la envié a Adriana, para devolverle el favor. El anuncio se ha vuelto una manera cercana de ver el Ávila a la distancia. Levantar la mirada para viajar a la niñez que perdí.
Cada vez que paso por allí me detengo a mirar El Cerro y hoy, por primera vez, me fijé en otro anuncio del Centro de Arte Contemporáneo de Ginebra que —perspicazmente o no— pegaron justo debajo. Allí, bajo el Ávila, está escrita temporalmente y un poco difusa, la declaración de muchos: no queríamos irnos.
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