Una de las particularidades del arte creado en la web es que es efímero, no porque dependa exclusivamente de nuestro dominio sobre la electricidad (que también), sino porque las grandes obras de la web son borradas, sobrescritas, a medida que los dominios desaparecen, sus creadores se interesan en otros proyectos, los discos duros se reciclan o las empresas deciden renovar sus sitios.
Recuerdo la sorpresa al explorar el sitio web de The Matrix, quizás la primera vez que me interesó el sitio de una película. Recuerdo también el de Requiem For a Dream y gracias a él, o buscando su rastro, fue que llegué a Digital Archaeology, una iniciativa para preservar la historia de la web.
En el canal de YouTube de Digital Archaeology puedes encontrar algunas entrevistas con los creadores de algunos de los sitios web más interesantes de los últimos 20 años. Allí hablan de sus motivaciones y cómo llegaron a descubrir y crear esos elementos de diseño que, sin duda, son los precursores de toda la estética de la web de hoy
Los nostálgicos recurrimos desde hace años a wayback machine. Pero toda máquina del tiempo exige saber qué buscar. Ya era hora que alguien se dedicara a hacer un poco de curaduría.
Otro caso es el de Deleted City, una instalación artística que consiste en visualizaciones interactivas de las ciudades perdidas de Geocities. Una instantánea del momento en el que Geocities salió del aire. Pompeya Digital, la llaman ellos.
Nuestros vecinos del CERN han resucitado la primera página web y desarrollado un emulador del primer browser multiplataforma (oficialmente, el segundo navegador de la www). Usar el Line Mode Browser es un ejercicio nostálgico, pero también una medida de lo absurdamente violento que ha sido el desarrollo de nuestras herramientas de comunicación en los últimos 20 años. La velocidad de estos avances nos han hecho perder el rastro de la web que fuimos una y otra vez. Curioso, considerando que la web fue creada –entre otras cosas– para preservar y divulgar información.
Respaldar los viejos contenidos de la web no sólo se trata de hacer una galería con diseños interesantes. Hay algo más importante: salvar la información. En una época en la que empresas venden servicios de limpieza de reputación para corruptos, en la que los estados totalitarios obligan a YouTube a borrar videos basándose en tenues legislaciones de copyright, los arqueólogos digitales pueden ayudarnos a evitar un medioevo digital. No dudo que las carreras del futuro cercano serán antropólogo de social media, librero digital, preservador de respaldos, o algo parecido a los trabajos que aparecen en la Digital Preservation Coalition: un poco de editor, un poco de hacker. Un «hacker» con olfato para lo culturalmente relevante y sepa cómo armar una copia acreditada de un artículo o hecho noticioso. Un «librero» que pueda escribir un script para desplegar una copia entera de un sitio web y, de alguna forma, ayudarnos a extraer y preservar verdades compartidas de ese océano de engaños que es la www.